Chizuko, su mejor amiga, le contó una vieja tradición japonesa que dice que al hacer mil grullas de papel podrás pedir el deseo que quieras. Así Sadako empezó la ardua labor de completar sus grullas, teniendo como primera una grulla dorada, obsequio de su amiga. La pequeña después de un tiempo, no solo quiso pedir que se ella se curara, sino que todos lo hicieran, que hubiera esa paz en el mundo que tanta falta hace.
Desgraciadamente Sadako murió el 25 de octubre de 1955 a los doce años sin completar las mil grullas.
Hoy, en el Parque de la Paz de Hiroshima se levanta un monumento a esta niña y a las demás víctimas de la desgracia acontecida años antes. Yo también le regalo a Sadako una grulla de papel, porque yo también quiero paz en mi país y en el mundo.
Saludos
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